5 dic 2022
SOBREVIVIENTES CONQUISTAN LA CIMA DE MÉXICO
La segunda edición de CIMAS DE LA ESPERANZA se llevó a cabo del 22 al 27 de noviembre del año en curso. Para la mayoría de nosotros, solo son algunos días antes de las festividades navideñas. Para David, Ximena, Karla, Rosa, Víctor, Camila y Alicia, quienes han sobrevivido a distintas formas de cáncer en más de una ocasión, fueron sin duda, días de autodescubrimiento, compañerismo y orgullo.
El 22 de noviembre el grupo salió de la ciudad de México con destino a Tlachichuca de Puebla, a la casa de la familia Canchola, quienes se han dedicado a la expedición de montaña desde hace más de 50 años. Joaquín y Maribel se encargaron de ofrecer una agradable base de operaciones para el grupo. Desde aquí, el equipo técnico de ICE & ROCK conformado por Miguel, Cesar, Marta, José, Jesús, Adrián y algunos porteadores, realizaron los preparativos para llevar al grupo hasta el techo de México, la cima del Citlaltépetl (Pico de Orizaba) a 5,636 metros sobre el nivel del mar (ms.n.m.).
Al día siguiente, sobrevivientes, acompañantes, guías de montaña, porteadores y cocineros se trasladaron e instalaron su campamento en el refugio Piedra Grande, situado en las faldas de la imponente montaña. Ese mismo día por la tarde, realizaron caminatas de aclimatación, pruebas de equipo técnico, prácticas y simulación de ascenso de glaciar. David, Camila y Ximena, tres integrantes del grupo a quienes el cáncer les amputó una pierna, probaron sus equipos de ascenso y las diferentes técnicas consideradas por el cuerpo técnico para la escalada. El ánimo de proeza dominaba al grupo, nunca en la historia, algún mexicano amputado había sido capaz de llegar a la cima.
Los días sucesivos fueron un compendio de emociones y desafíos. Caminaron con crampones sobre un glaciar, encarnando la unidad en medio de la inclemencia natural. El miércoles 26 de julio, una caminata significativa los condujo al refugio Montova a 3495 metros de altitud, un hito que fortaleció su vínculo mientras compartían historias de lucha y superación.
Por la noche en el refugio, a 4200 ms.n.m., el grupo se preparaba para descansar antes de empezar el ascenso muy temprano. Fue ahí, con un frío que penetró los huesos, dónde el grupo compartió su calidez y abrieron sus corazones. Supervivientes y familiares compartieron sus testimonios de lucha contra la enfermedad.
El 24 de noviembre, el grupo partió del refugio al campamento base de altura, a 4900 ms.n.m., cómo última etapa de aclimatación antes del ascenso final. El frío, la nieve, el cansancio y el nerviosismo no perturbaron las ganas de superación y determinación. Una vez más, los integrantes del grupo aprovecharon la ocasión para compartir sus experiencias de vida antes y después del cáncer.
A las 3 de la mañana del 25 de noviembre, 4 supervivientes y sus guías salieron a conquistar la cima. Su objetivo era subir el glaciar y llegar al cráter en 6 horas. Para David, llevar una prótesis de 14 kg e impulsarse con una sola pierna hasta ahí, no fue sencillo, el agotamiento lo forzó regresar al campamento de altura, no subiría más, pero parte de él sí lo haría. Con toda solidaridad y sentido de grupo, Víctor tomó la prótesis de David y con ayuda del cuerpo técnico la llevó hasta la cima.
Cada persona conquista una cima distinta, los guías Cesar, Miguel y José saben que adaptarse a la montaña te permite alcanzar tu meta. Para llevar a Ximena en muletas a la cima, tuvieron que replantear el ascenso, coordinando una cordada especial que permitió a Ximena continuar el camino con la ayuda de los guías. Ximena llegó a la cima, se arrodilló y colocó sus manos en la tierra del cráter del volcán. En este momento, se convirtió en la primer mexicana amputada en llegar a la cima del Citlaltépetl a 5670 ms.n.m.
Llegar a cima es una vorágine de emociones y sensaciones encontradas, felicidad, dolor, paz, abatimiento, la euforia domina. La emoción le gana al grupo, Alicia y Rosa se abrazan, el grupo suelta algunas lágrimas recordando todos los momentos difíciles como supervivientes y lo que significaba para cada una, pero la felicidad es general, el grupo entero se desborda en ganas de vivir al máximo.
En la cima, Mateo Dornier, fundador del proyecto, cumplió su promesa, rindió un sentido homenaje a los miembros y fundadores de este proyecto que no pudieron acompañarlos en su ascenso a la cima, pues ya se encontraban en ella. Acomodó las fotos de Charly, de su hermana y de su padre, quién partió de entre nosotros este mismo año.
Esta edición fue un gran éxito. Nos enseñó que la solidaridad y el amor no tienen frontera, que existe una vida después del cáncer y que, con ánimo y perseverancia, todos podemos lograr grandes cosas. El paralelo entre la lucha contra la enfermedad y ascender una montaña quedó latente. Dejamos un sólido mensaje de superación a toda la gente que sigue en lucha contra cualquier enfermedad.